Mala vida, amigo mío, mala vida, tenue color amarillo, rebosando espuma por las paredes, amargo sabor con consuelo salado, desesperación e insatisfacción por la necesidad de volar, volar, eso, volar, ordeno una y otra vez las zapatillas, reviso que todo esté en perfectas condiciones, tremenda virtud, ansiedad de gradas, cuestas, caminos, y acabar con este peso, que me tiene bajo tierra. Será el momento, el lugar, lento, me dicen, lento, no me gusta adelantar, pero esto requiere impaciencia, mejoría legítima, o puede que me ahogue, ¿no?, no me ahogaré, no vas a tener ese placer, esas ganas austeras, que considero chistes en tu boca, vuelca ingratamente; la caída es compleja, pero no, no lo tendrás, lejos, muy lejos, te pierdas entre las tenues heces que dejaste, para que él las creyera migas de pan. Penúltimo trago; golpe severo; abreté de piernas, pues,... Se acabó lo que se daba . La complejidad no es más, que el simple asunto.