Los testigos de la noche, se va, como se fueron todos, quien demonios querría estar con un cuervo, un pequeño pájaro negro que ve a través de los ojos de otros y los hace suyos. John Cage tocaba el piano y mostraba la vida que nos esperaba por venderle el alma al diablo. El lado oscuro del corazón nos había quitado el hambre. Quan duro era enfrentarnos a vender las almas como la señora de la carnicería las tenía en su expositor. La isla, su tiranía y sabiduría. Hija y protegida por un elefante y un obelisco. Quien era capaz de no escapar, sabía que debía regresar, matar a los fantasmas, pero los extraños cantos la atrapaban, los cantos de la serenidad del mar y se sentía en bíblico al desconoc