La huida, la creación, el omnisciente.
El cordero solo quería salvarse,
la multitud ignoraba el argumento,
la pulcritud era pésima.
El hielo craquelado era la cama de cada día;
La alfombra estaba en el sofá.
El alcohol corría.
Las ruinas estaban en obras.
Las cuerdas desafinadas se callaban
por las llagas al sonar.
La base era una madera húmeda y podrida;
Los quehaceres, tenían polvo.
Una línea desdibujada daba vueltas al foco,
una nube creaba neblina para ocultar su camino.
Una de ellas era natural, la otra; artificial.
pero . . . ¿Quién era quién? . . . si . . . ambas,
nacían de una mancha por las horas en un lugar.
Ninguna esperaba a la otra,
solo crecían juntas, cuando la mancha,
palpaba la soledad.
Artilugio metálico insolente,
encerrado en una esfera.
Una jaula de cristal.
Un rompecabezas desordenado.
Un vómito existencial.
Un dolor de pecho.
Un olor repugnante,
la boca; de la boca, mejor no hablar.
Promesas incumplidas,
sombras y fantasmas.
Mugre; Adviento ¿Qué es eso?
Sangre, quiero sangre.
Quiero lucha, quiero manos,
Quiero pies, quiero vísceras, vértebras.
No quiero aire, no quiero agua, quiero gas,
quiero fuego, quiero hielo, cerillas; cianuro.
Quiero agujas, quiero, quiero, quiero, quiero,
no quiero. Nada.
Eso es precisamente lo que quiero.
Quiero hablar, quiero intercambiar opiniones, visiones.
Quiero, no, no quiero olvidar.
Quiero, no, no quiero tachar, quiero aceptar,
quiero dejar, quiero vivir, quiero experiencias e ir muriendo,
poco a poco, sin rencores.
Quiero, no, no quiero, quizás hace mucho que perdí el sentido,
que perdí el sentido de las palabras.
Quizás hace mucho que por eso solo lleno páginas.
Pero lo único que impera, prevalece, es el vacío,
la audacia, quizás huir sea no querer encontrarme con el espejo,
que nunca llegué a conocer.
Quizás no quiera parar porque puede que este sea mi final.
Un mi que nunca termina y quiera evitar llorar.
Que no quiera sentir, que solo desee soledad.
Quizás una casa y un cuarto propio,
quizás ningún lugar,
quizás cuestión de abrir el gas.
la multitud ignoraba el argumento,
la pulcritud era pésima.
El hielo craquelado era la cama de cada día;
La alfombra estaba en el sofá.
El alcohol corría.
Las ruinas estaban en obras.
Las cuerdas desafinadas se callaban
por las llagas al sonar.
La base era una madera húmeda y podrida;
Los quehaceres, tenían polvo.
Una línea desdibujada daba vueltas al foco,
una nube creaba neblina para ocultar su camino.
Una de ellas era natural, la otra; artificial.
pero . . . ¿Quién era quién? . . . si . . . ambas,
nacían de una mancha por las horas en un lugar.
Ninguna esperaba a la otra,
solo crecían juntas, cuando la mancha,
palpaba la soledad.
Artilugio metálico insolente,
encerrado en una esfera.
Una jaula de cristal.
Un rompecabezas desordenado.
Un vómito existencial.
Un dolor de pecho.
Un olor repugnante,
la boca; de la boca, mejor no hablar.
Promesas incumplidas,
sombras y fantasmas.
Mugre; Adviento ¿Qué es eso?
Sangre, quiero sangre.
Quiero lucha, quiero manos,
Quiero pies, quiero vísceras, vértebras.
No quiero aire, no quiero agua, quiero gas,
quiero fuego, quiero hielo, cerillas; cianuro.
Quiero agujas, quiero, quiero, quiero, quiero,
no quiero. Nada.
Eso es precisamente lo que quiero.
Quiero hablar, quiero intercambiar opiniones, visiones.
Quiero, no, no quiero olvidar.
Quiero, no, no quiero tachar, quiero aceptar,
quiero dejar, quiero vivir, quiero experiencias e ir muriendo,
poco a poco, sin rencores.
Quiero, no, no quiero, quizás hace mucho que perdí el sentido,
que perdí el sentido de las palabras.
Quizás hace mucho que por eso solo lleno páginas.
Pero lo único que impera, prevalece, es el vacío,
la audacia, quizás huir sea no querer encontrarme con el espejo,
que nunca llegué a conocer.
Quizás no quiera parar porque puede que este sea mi final.
Un mi que nunca termina y quiera evitar llorar.
Que no quiera sentir, que solo desee soledad.
Quizás una casa y un cuarto propio,
quizás ningún lugar,
quizás cuestión de abrir el gas.
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