Ojalá que una epidemia colosal positiva nos permitiera llegar a los lugares recónditos que escapan de nuestras mentes, más allá de paraísos creados por el simple hecho del no triunfo diario, que pudiéramos alimentar nuestras ganas dando los fruto maduros que siempre parecen estar verdes, aquellos que nos impiden la tarea del crecimiento vital necesario para el desarrollo terrenal de lo que es la ambición no asistida, la continuidad de la no salida de emergencia a la que siempre recurrimos de forma inconsciente, porque falta la coherencia en el dialogo funcional.
Girando continuamente una hilera de polvos caen a tierra, diversidad de pastas ocultan la madera de una viva paleta, creando un mapa que da como resultado el final de horas empleadas en ello, ausencia de materiales provocan la sonrisa del gusto por el hacer, del entretenimiento para pasar los minutos que quedan, junto a melodías que recuerdan lo que en ellos un brazo unido a un pincel y un subconsciente plasman, escucho las cuerdas de una guitarra y sinceridad al mostrarse sin arreglos, errores y voces de fondo, en definitiva, la más adorable naturalidad, hoy de nuevo, el sol saldrá, los pájaros del amanecer escucharé piar, entonces será hora de reposar, soñar y bajar los párpados para descansar.
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