Como animal compórtese mi alma.
Retrocedí a mis viejos tiempos, gasté mi fama de cobarde y me enfrente al miedo, el miedo más grande, creado por mi intimidad, un miedo irreal que me abstrae de lo terrestre sin apenas atender a ello, un miedo a perder que me hace rondar las dudas de mi existencia.
Ellos atacan cuando menos necesarios son, apenas notan el daño que ejercen en cada una de mis fiebres, de mis gritos de agonía, de mis automutilaciones cargadas de satisfacción y dolor, aparecen cuando menos necesarios son, pero . . . siempre están ahí.
Precioso ese ojo eh!
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