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Abrir la puerta de atrás,
dar unos pasos en el exterior con las zapatillas de estar por casa,
la oscuridad prevalece pero una luna gibada de cuarto creciente ilumina la noche,
puedo contar veintiuna estrellas apenas visibles,
y una que centellea en la parte más baja de este conjunto,
el frescor placentero se focaliza en mi naricilla dándole un tono rojizo,
existen también en este lugar tres luces artificiales y una que puedo ver presente en el rabillo de mi ojo izquierdo,
la luz del interior da un amarillento color a esta escena.

Se que tú hoy podrás estar mirando la misma luna,
quizás, cuentes más estrellas o menos tal vez.
Pero ahí está la luna.
También puedo ver unas bases de piedra mal puestas,
una palmera con sombras verdes causadas por la luz,
un inmenso laurel,
un abeto que ha perdido el peso que la navidad ejercía sobre él;

las noches que me faltan,
en mi imaginación.

Comentarios

  1. Gracias, Ire. La necesito, y mucho.
    Me gusta mucho tu entrada. Este verano en Londres conocí a una chica que hacía lo mismo con su novio en Argentina. Cuando esté enamorada y sea correspondido, me gustará mirar la luna y pensar en alguien que estará mirando la luna y pensando en mí al mismo tiempo :)
    Un besito y... buenas y estrelladas noches! (aunque aún no son horas)

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  2. Es interesante esa forma de estar "prendidos". Con una chica, ella estaba muy lejos (o yo) mirábamos la luna y nos sentíamos en sintonía. Pero veo que no soy el único, y eso habla un poco mejor del mundo.

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