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Cuando el tronco creció. J-1*O2*S*7*E

Su erecta espiga de anís anidaba en cada rincón de mi cuerpo haciendome olvidar cual fue el error cometido, sentía la presión que calmaba con los susurros que desprendía en mi oído, tenues canciones que componían la melodía jamás contada, la sin razón se apoderaba del ser que yo recordaba, huyendo como un inconsciente niño advierte de una amarga situación, escondiendo su rostro tras las puertas que aún no habían sido abiertas y jamás lo serán.
Se precipitó en los gestos, con las manos, en los actos, mi inocencia superaba la ambición que él tenía pretensión de realizar.
Cuando habíamos alcanzado el límite para superar la frontera de las cremalleras se hacía incómodo y repudiaba su cuerpo haciéndome de nuevo una niña cargada de inocencia y sensatez, jamás me arrepentiré de haberle frenado los pies, puede que me produzca acidez saber como trate su persona jugando a un frenesí de si-nos en tiempo cargados de difíciles tareas pendientes, de decisiones que trazarían su camino, me interpuse como curva cerrada en una carretera con velocidad extrema por exceso de velocidad; Pero, la tormenta pasó , la superó con valentía, aunque quizás para mí, aún siga lloviendo y me haya dejado el paraguas en su casa o en el pasillo izquierdo de la biblioteca de bajo.

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